Vivimos en un mundo donde la tecnología avanza vertiginosamente a pasos agigantados y las organizaciones se enfrentan a un desafío crucial:
Adaptarse o quedarse atrás.
Este es el punto de partida para comprender la importancia de la transformación cultural dentro del proceso de transformación digital. No basta con implementar nuevas tecnologías; es esencial que las personas y la cultura organizacional también evolucionen para que el cambio sea verdaderamente efectivo.
Según datos de Gartner, el 91% de las organizaciones participan en iniciativas digitales, pero un alarmante 70% de estos proyectos no alcanzan sus objetivos. Las principales barreras que enfrentan las empresas incluyen la falta de habilidades y talento en tecnología, aspectos culturales que bloquean el progreso, y una falta de claridad en la estrategia y comunicación.
La transformación digital no puede gestionarse de manera aislada; debe estar acompañada de un proceso de transformación cultural. Las dinámicas humanas, basadas en viejos paradigmas, a menudo limitan el potencial de las nuevas tecnologías. Por eso, es crucial trabajar simultáneamente en lo personal, lo colectivo y lo emergente, integrando a todos los actores dentro del proceso de cambio.
El modelo propuesto por Chus Sanz &Co. se basa en cuatro fases clave que buscan alinear la tecnología con la cultura organizacional:
1. Descubrimiento y relevamiento de procesos digitales, de equipos, de liderazgo (skills clave) y de cultura requerida para lograr con éxito la transformación digital: En esta primera fase, se analiza el estado cultural de la organización y se identifican las principales brechas y necesidades de transformación, tanto a nivel de procesos como de tecnología. Se tiene en cuenta si se dan las condiciones de éxito y se trabaja para que aumente la conciencia estratégica sobre el tema, empezando por la alta dirección y la gobernanza. Se trabaja la mentalidad para el cambio. Se analizan las pérdidas, las brechas, las resistencias…
2. Creación de articulación sistémica con equipo articulador y de trabajo con los liderazgos para asegurar las capacidades humanas y el desarrollo de conciencia que requiere la transformación digital tanto a nivel individual como colectivo.
3. Diseño digital y creación de redes: Aquí se involucra a los equipos clave en la creación de soluciones digitales, estableciendo una estrategia de transformación integral que abarque tanto la tecnología como la cultura.
4. Implementación de soluciones digitales: Se desarrollan y prueban prototipos tecnológicos, al tiempo que se capacita a las personas en soft skills, necesarias para el éxito del proceso.
5. Despliegue de la transformación digital y de la transformación cultural a través de una universidad corporativa que asegura que las skills requeridas quedan en la organización con los viajes de aprendizaje diseñados: En esta fase, se diseminan las nuevas tecnologías y prácticas en toda la organización, asegurando que el cambio sea sostenible a largo plazo, no solo el tecnológico sino también y principalmente el cultural que lo habilita.
El éxito de este proceso se basa en principios como la conciencia organizacional, una mirada sistémica y la autonomía. La transformación de una organización comienza con la transformación de cada persona, especialmente de sus líderes. Sin un cambio en la conciencia de los líderes, la organización no puede evolucionar. Además, es esencial incluir todas las voces dentro de la organización y fomentar una cultura de confianza y articulación de intereses.
La transformación digital es mucho más que una cuestión de tecnología; es un proceso profundo que requiere cambios culturales y personales. Para que una organización pueda prosperar en la era digital, debe adoptar un enfoque integral que combine la evolución tecnológica con el desarrollo de su capital humano. Solo así será posible lograr una transformación que no solo alcance sus objetivos, sino que también sea sostenible y beneficiosa para todos los involucrados.